Las propuestas de contrato único surgieron en 2009 como una respuesta de diferentes instancias ante los graves desajustes del mercado de trabajo español y el contexto reformador subsiguiente a la gran crisis económica que estalló en 2008. Las dos grandes reformas laborales a partir de ese momento, la Ley 35, 2010 y la Ley 3/2012, descartaron la introducción de esta nueva modalidad contractual (el llamado “contrato único”, y ello pese a que ambas normas pretendieron atajar la alta tasa de desempleo y la segmentación del mercado laboral propiciada por la jungla de modalidades contractuales laborales –que eran y son los problemas más graves de nuestro mercado de trabajo-.
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